Viendo Mad Men por primera(ish) vez

El título de este post dice primera(ish) porque aunque no es la primera vez que veo episodios de Mad Men, sí es la primera vez que me siento a ver la serie completa y en orden. Durante los 8 años que estuvo al aire, le hice el quite. No porque creyera que era mala; las opiniones positivas que leía de mis críticos y críticas de TV favoritos y la cantidad de premios que recibía eran señal de que la serie sí era buena. La evité porque algo dentro de mí sentía que no era el momento para verla.

Pero si tu trabajo depende de ver series, leer sobre series y hablar sobre series, hay que saber algo de Mad Men. Fue una serie tan importante para la cultura pop, que habría tenido que vivir en una cueva para no saber nada de ella. Durante estos años de aprendizaje y vida profesional, vi episodios sueltos porque en clase me los hicieron ver (el piloto, “The Suitcase” y el final de la serie, entre otros). Y, sobre todo, he leído mucho sobre la serie. Dos de mis críticas favoritas, Emily Nussbaum y Emily VanDerWerff son fanáticas de la serie. Y también he leído mucho sobre ella en algunos de mis libros favoritos sobre televisión, como Difficult Men, de Brett Martin, y TV The Book, de Alan Sepinwall y Matt Zoller Seitz. Por eso mismo, estoy enterada de cosas que quizás son spoilers, como que Don es realmente Dick Whitman o que _______ se suicida o que ______ se divorcia de _______ y se casa con _______ (de hecho, hace unos años escribí una guía para fingir que ha visto series, entre las que está Mad Men, la única de la lista que yo no había visto).

Entonces, sé a rasgos generales qué pasa, sé cómo se acaba, sé cuáles son los ejes temáticos que atraviesan todas las temporadas, sé cuáles premios se ganó y sé por qué la crítica y la audiencia la amaron. Pero una cosa es leer sobre la serie y otra es verla. Y déjenme decirles que después de una temporada, me alegran dos cosas: primero, haber esperado a este momento de mi vida, y segundo, poder tener esta sensación de estar viendo por primera vez un producto audiovisual que sabes que estará entre tus favoritos.

Así que, sin más preámbulo (todo lo que escribo tiene unos preámbulos larguísimos, como mi lista de 20 series favoritas de 2020, sorry not sorry), acá van mis opiniones, pensamientos y momentos favoritos de la primera temporada de Mad Men:

Un publicista de los años 60 como Don Draper, que intenta vender objetos y servicios a la gente (objetos y servicios que muchas veces no necesitan y que entonces lo obligan a inventar necesidades), tiene que preguntarse con frecuencia: “¿qué es lo que la gente desea?” y “¿qué es lo que la gente necesita?”. Esas dos preguntas, además, me funcionaron mientras veía y analizaba Mad Men y sus personajes. Esas son dos de las siete “questions for narrative drama” propuestas por uno de mis críticos favoritos. La lista completa es:

1) ¿Qué es lo que este personaje desea?

2) ¿Qué es lo que este personaje necesita?

3) ¿Cómo esos deseos y esas necesidades entran en conflicto dentro del personaje?

4) ¿Cómo entran en conflicto con el mundo exterior?

5) ¿Cómo entran en conflicto con otros personajes?

6) ¿Cómo cambia el personaje a través de esos conflictos y cómo lo afecta su resolución?

7) ¿Qué impacto tiene ese cambio en los demás?

Menciono estas siete preguntas no porque pretenda hacer de estas reseñas de cada temporada una clase. Las menciono porque son las siete preguntas que siempre se vienen a mi cabeza cuando veo personajes muy bien construidos. Y qué personajes tiene Mad Men. Esta no es una historia movida por la trama; piensen, por ejemplo, en Dark, donde ocurren eventos, uno tras otro y los personajes deben reaccionar y tomar tomar decisiones que muevan la trama. Mad Men es otra cosa. Es una historia movida por los personajes. No hay grandes intrigas, grandes misterios por resolver (más adelante hablo de esto) o una gran carrera contrarreloj en la que el protagonista debe probar que lo va a lograr. Acá es más importante la transformación de cada personaje, sus relaciones con los otros, los conflictos internos que tienen al tomar decisiones. No es que no pasen cosas, pero las cosas pasan no para que la historia avance sino para permitirnos conocer cada vez con más profundidad a los personajes.

Entonces, ¿qué es lo que un personaje como Don Draper desea? Esconder su pasado y que todo el mundo se crea su fachada de hombre exitoso con familia perfecta. Pero, ¿qué es lo que Don Draper necesita? Dejar de huir, enfrentarse a quien es. Don es, entonces, un clásico ejemplo de cómo las dos primeras preguntas de esa lista de siete casi siempre están en conflicto. Este es un hombre que, en apariencia, lo tiene todo: el trabajo, la familia, la pinta, las viejas. Pero todo es un disfraz. Estoy segura de no ser la primera persona que dice esto, pero el mejor producto que Don Draper ha logrado vender es al mismo Don Draper (como lo comprobó en el pitch del Kodak Carousel). Realmente Don es alguien que le ha echado ojo a todas las salidas de emergencia y está listo para escapar apenas las cosas se ponen difíciles, una lección que aprendió en su infancia gracias al vagabundo que se quedó un día en su casa (el mismo actor que hace de Father Phil en The Sopranos). Don Draper es un hombre que siente que está dividido en dos (Dick Whitman – Donald Draper), pero que realmente es uno solo, es Dick y Don al mismo tiempo, porque el uno no existe sin los traumas del otro.

Y como un espejo de él está el otro personaje principal de esta historia: Peggy Olson, alguien que no está huyendo de sí misma, sino alguien que apenas se está descubriendo. Ella no es una Peggy-secretaria y otra Peggy-copywriter; son la misma, así como Don también es el mismo (así no lo quiera aceptar), pero en lugar de engañar y ocultarse, Peggy se mira a sí misma como una masa de plastilina lista para cambiar de forma. La esencia es la misma, pero está abierta a las posibilidades y al cambio sin negar su forma anterior. Cada triunfo de ella en la oficina de Sterling-Cooper (primero su idea para los labiales de Belle Jolie, después su presentación del calzón vibrador que supuestamente ayudaba a bajar de peso y, finalmente, su ascenso a copywriter para Clearasil) fueron escenas que me sacaron sonrisas y que me pusieron genuinamente feliz. No como una especie de girl-power superficial, sino porque se sintieron como una evolución realista para el personaje. Peggy es el tipo de personaje feminista que no sabe que lo es (al menos todavía), y eso me encanta.

Mad Men: Peggy's Slow Transformation Over The Years (In Pictures)

Mad Men muestra sin tapujos cómo funcionaba el sexismo en el trabajo (y en la sociedad, en general), cómo a todo el mundo le parecía lo más normal del mundo, pero, a diferencia de otras series (y películas) que he visto, lo hacen sin la necesidad de meter a un personaje anacrónico que piensa como pensaría una mujer del siglo XXI. Peggy no llega a la agencia empoderada diciendo: “¡puedo ser algo más que una secretaria!” ni dice cosas como “quizás no esté bien que nuestros compañeros jueguen a mirarnos el color de los calzones, haré una protesta”. Era 1960, no habría tenido sentido. Ella, así como las demás en su posición, llega a Sterling-Cooper asumiendo que su lugar es el de secretaria/niñera/mamá de su jefe y que su objetivo máximo en esa oficina es conseguir marido. Peggy no es la que las junta a todas para armar sindicato. No es la compañera sorora que consuela a la que ve llorando en el baño. No cuestiona el orden social y las relaciones de género (al menos no de primerazo), pero poco a poco vemos en ella un despertar, un abrir los ojos a una nueva posibilidad que nadie le había dicho que existía.

Así como Peggy desafía el cliché de la working girl proto-feminista empoderada, lo mismo pasa con otro de los personajes más interesantes de esta temporada: Betty. Cuando la vi con su carita perfecta y con sus vestidos (todavía muy a la moda de los 50 y no de la década que estaba empezando), pensé que la suya sería otra historia tipo segunda ola del feminismo: ama de casa aburrida lo manda todo a la mierda, se independiza, se empodera, y dedica sus tardes a leer The Feminine Mystique de Betty Friedan. Pero un arco tan sencillo como ese no va con un personaje tan complicado como Betty. Ella se da cuenta de que no es tan feliz como debería ser, pero no es el tipo de ama de casa que se libera y mágicamente se le pasa la depresión. Es una persona muy desdichada, que vive en negación de los resentimientos que siente (hacia su mamá, hacia su vecina divorciada que representa todo lo que a ella le enseñaron no se debe hacer, hacia su marido) y que se comporta de una forma infantil porque la educaron para que así sea su matrimonio: su esposo como figura paterna a quien le tiene que pedir permiso para hacer compras, al que le pregunta qué opinar, por quién votar, qué hacer. Entonces, la tristeza de Betty va más allá de los límites que tiene como ama de casa, es más que eso, es alguien que no sabe qué quiere, ni qué le gusta, porque siempre ha definido su vida en función de los demás.

Y así como Betty, el cuarto personaje en el que se centra esta temporada, Pete Campbell, está también insatisfecho con su vida. Betty se siente superior a otras por su feminidad, pero al mismo tiempo es ese rol rígido de “la feminidad” el que la está oprimiendo. Como dijo una sabia Señorita Antioquia: del mismo modo en el sentido contrario, la fuente de la desdicha de Pete es la masculinidad. Él y quienes lo rodean tienen ideas diferentes y conflictivas de lo que es la masculinidad y en los ojos de nadie él es suficiente, ni siquiera en los suyos. Para sus papás, su trabajo no es lo suficientemente masculino. Para Trudy, él no es suficientemente buen esposo y siempre la caga porque hace estupideces como comprar un rifle a cambio de la chip-n-dip que les regaló su tía. Para sus suegros, no es suficiente yerno porque no ha embarazado a la niña de su ojos. Para Don, es un culicagado consentido al que le han dado todo, contrario a lo que él considera un “verdadero hombre” (o sea, él), alguien que se abre su propio camino y que construye algo desde ceros. Para Peggy, es una fuente de confusión y angustia, porque no sabe si un día va a ser cruel o amable con ella. Para él, que sueña con vivir en una cabaña en un bosque a la que llega después de cazar, su vida es un fracaso. Con esto no quiero decir “pobrecito Pete, él no tiene la culpa de nada, miren cómo lo joden desde todos los frentes”. Con esto lo que quiero decir es que Pete Campbell es precisamente un personaje interesantísimo por lo patético que es.

Don, Peggy, Betty y Pete (junto a Joan, Roger, Sal y muchos otros de los que espero ver mucho más en la próxima temporada), son personajes con una vida interior tan rica y con unos conflictos tan constantes en sus cabezas que se necesita de una combinación de excelente guion + actuaciones impecables para poder transmitir todo eso que está pasando por dentro de cada uno sin ponerlos a decir qué es lo que está pasando. Hay una regla en escritura: “muestra, no digas” (show, don’t tell). Una regla que suena sencilla, pero que es difícil de cumplir siempre. Por eso es normal ver en muchas series a los personajes diciendo: “tengo rabia”, “estoy muy triste”, “no estoy satisfecho”, porque decirlo es más fácil que mostrar esa rabia, esa tristeza o esa insatisfacción. Y en Mad Men, que es, entre otras cosas, sobre aburrimiento frustración, insatisfacción, sobre sentirse vacío, sobre temerle a la intimidad pero desearla, logran mostrarnos todo eso con unas escenas sutiles en las que los personajes no dicen lo que sienten (de hecho, muchas veces dicen todo lo opuesto), pero que dejan clarísimo por qué el personaje hizo lo que hizo. Por ejemplo, en el cumpleaños de Sally, una serie menos buena que Mad Men habría puesto a Don a pelear con Betty en la fiesta, a decir que está aburridísimo de las dinámicas de familia perfecta suburbana, de tener que sonreírles a los vecinos. Pero no. Lo que vemos es que Don solo toma una cerveza tras otra cerveza en silencio y luego, cuando Betty le pide que recoja el pastel, se desaparece por horas y vuelve con un perro. Clarísimo. Y como ese, hay muchos más ejemplos (Peggy comiéndose un sánduche después de que Pete le cuenta su fantasía o Betty disparándole a las palomas) en los que la serie me dejó observar a los personajes en situaciones distintas y entender por qué hacen lo que hacen.

Entonces, estoy muy contenta de haber tomado la decisión de ver Mad Men completa hasta ahora, cuando siento que tengo suficientes herramientas para analizarla, y cuando creo que es el momento perfecto de mi vida para disfrutarla. Tengo muchísimas ganas de ver las demás temporadas, para ver qué pasa con este grupo de personas privilegiadas que no saben lo que se les viene en una década en la que el mundo cambió, una década para la que estoy segura que casi nadie (excepto Peggy) está listo, una década en la que muchas veces seguro estarán del lado perdedor de la historia (en esta temporada, por ejemplo, le hacían barra a Nixon) y una década que les probará que sus miedos al paso del tiempo, a envejecer y a que se descubra lo vacío del “sueño americano” están bien fundados.

Y, para cerrar, terminaré con una lista desordenada de algunos de mis momentos favoritos de la temporada (además de los que ya mencioné en los párrafos anteriores):

Todas y cada una de las veces que la cámara se acercaba a la cara de Jon Hamm. En serio, no es como que nunca lo hubiera visto, siempre he sabido que está buenísimo, pero hubo varias veces durante la temporada en los que hice sonidos en voz alta porque su cara perfecta me desconcentraba.

Despiden a Pete en el cuarto episodio, “New Amsterdam”. Este fue el episodio que me convenció de que este es un gran personaje. Parece un niño disfrazado de adulto, al que todo le sale mal. Pero, bueno, al final lo rescata Bert Cooper porque les dice a Don y a Roger que no lo pueden echar.

Mad Men: “New Amsterdam”. “Kids today, they have no one to look… | by Jack  Alfonso | Medium

Ken Cosgrove y su historia en Atlantic Monthly que causa la envidia de sus compañeros y los hace entrar en una crisis de “¿qué estoy haciendo con mi vida?”.

Betty le da el mechón de pelo a Glen. Qué niño tan raro que es Glen, el hijo de Helen, la vecina divorciada. La noche en que Betty lo cuida, él le pide este favor que me hizo decir en voz alta: “¿… qué… putas…?”. Betty, como siempre, muy querida y cumpliendo los deseos de todos los hombres, se corta un mechón y se lo regala.

El focus group de Belle Jolie y la primera vez que Peggy muestra su creatividad con la idea de que ninguna mujer quiere ser cualquier color entre cien.

In the first two episodes of Mad Men season 1, what does Paul Kinsey see in  Peggy that causes him to nudge her towards copywriting as a career option?  - Quora

La venganza de Don (hacer subir a Roger 23 pisos) terminó con una entrada triunfal que incluyó vómito. Este fue el episodio en el que más me reí. Amo los dramas que me hacen reír (The Wire, Breaking Bad, The Sopranos y, ahora, Mad Men).

La cena de Sal Romano con uno de los clientes. Desde el primer episodio para mí fue claro que Sal es gay y pensé que estaba conscientemente en el clóset y que quizás tenía sus romances por debajo de cuerda. Pero no es así; en el octavo episodio, “The Hobo Code”, sale a cenar con un cliente que le echa los perros y sin decir mucho queda claro que Sal sí es gay, pero además de estar en el clóset, no ha hecho nada. Es una escena muy triste y cuando el cliente le pregunta: “What are you afraid of?”, la respuesta de Sal es inolvidable:

El momento en el que le dicen a Betty que no van a usar sus fotos como modelo de Coca-Cola (porque Don rechazó la propuesta de trabajo de McCann). Tengo una debilidad por las escenas en las que un personaje quiere llorar pero no puede y trata de aguantar las lágrimas, y January Jones lo hace perfecto (que nunca haya ganado un Emmy o un Golden Globe por este papel me parece el colmo).

La primera escena en la que vemos a Joan y Roger. Háblame de una pareja con química. Quiero yaaaa saber qué más pasa con estos dos (aunque sé alguito).

Esta escena de Peggy y Joan. La pongo completa porque ningún GIF o ningún pantallazo le hará justicia. Las dos son tremendas actrices.

Don le dice a Rachel que huyan. Es otra escena que pondré completa porque creo que es la escena en la que Jon Hamm mejor actúa en esta temporada. Acá vemos lo que está detrás de la fachada de hombre seguro de sí mismo: alguien asustado, que solo quiere huir. Y la respuesta de Rachel es perfecta: “You don’t wanna run away with me, you just wanna run away”.

La presentación que Don le hace a Kodak para que su proyector no se llame The Wheel sino The Carousel es perfecta. ¿La mejor presentación de la temporada? Creo que sí. Una vez más, Don Draper vendiendo la imagen de Don Draper.

Just finished mad men and then I watched dons pitch for the “carousel” and  I am completely devastated : madmen

Peggy, que habría podido protagonizar ese reality terrorífico llamado “¡No sabía que estaba embarazada!”, decide que no quiere cargar al bebé que acaba de parir inesperadamente. Mi pobre chiquitina, cada vez que le pasa algo bueno, aparece algo malo. ¿Los de Belle Jolie compraron su idea? Pues, luego Pete la va a humillar en la celebración. ¿Don la ascendió a junior copywriter y ahora va a trabajar para Clearasil? Pues, ahora va a tener un hijo. Déjenla ser feliiiiiz.

What Happened To Peggy Olson and Pete Campbell's Baby?

Betty se acaba de dar cuenta de que su psiquiatra le reporta todo a su esposo y cae en cuenta de lo sola que está. Es una escena muy triste y la persona a la que recurre es a Glen, el niño raro al que le regaló un mechón de su pelo. Imagínense esa tristeza de no tener nadie con quién hablar.

Don empezó el episodio final de la temporada diciendo que no se iba a ir de viaje de Thanksgiving con su familia, que qué pereza. Y, al final, después de su presentación a Kodak, corre a su casa esperando encontrar a la familia que vio en los recuerdos de las fotos, pero encuentra una casa muy sola y se sienta en las escaleras mientras Bob Dylan canta.

Y para terminar, la escena que quizás fue mi favorita de toda la temporada, que no ocurre durante el final de temporada, sino en el penúltimo episodio. Como les conté al principio, yo ya sabía todo lo de Dick Whitman y sabía que Don Draper era una identidad que él robó. En una serie menos buena, ese misterio habría sido como una bomba contrarreloj, los siguientes episodios (o siguientes temporadas) se habrían centrado en Don tratando de ocultar su secreto, tratando de estar un paso adelante para que otras personas no se enteren. O quizás la revelación lo habría cambiado todo, habría sido un punto de quiebre. Pero no ocurre eso. Pete Campbell amenaza a Don con contarle a Bert Cooper la verdad, y Don, después de tener un meltdown y después de que Rachel rechazara su propuesta de huir, le dice a Pete: “pues, bueno, vamos donde el cucho, cuéntele si quiere”. Y Pete lo hace. Le cuenta al dueño de la agencia la verdad sobre Donald Draper y sobre Dick Whitman y sobre Corea. ¿Y qué responde Bert Cooper? “Oh, Mr. Campbell, who cares?”. Una genialidad. Es la forma de desbaratar todas las expectativas. Con ese “who cares?”, Bert Cooper nos dice que ese secreto no va a ser importante de la forma en que creíamos sería importante. Pete se queda aburrido, Don se sale con la suya. Don obtiene lo que desea: seguir escondiéndose detrás de la fachada. Pero en últimas, ¿es esto lo que Don Draper necesita? Me quedan seis temporadas para averiguarlo.

Eso fue todo por esta temporada. El otro mes, cuando acabe la segunda, intentaré hacer algo parecido a esto.

Por ahora, iré a servirme un whisky.

🙂

6 thoughts on “Viendo Mad Men por primera(ish) vez

  1. Estoy tan emocionada de que la veas completa (así puedo sentir que estoy hablando de la serie con alguien), yo hace poco me la vi y 😍, me la estoy viendo por segunda vez y hay cosas que no había captado la primera vez. Me encantó lo que escribiste. Saludos!

  2. ¡Qué buena reseña! Me encantaron los análisis y la perspectiva a la serie. Mad Men es una serie que me hace sentir nostalgia por lo mucho que me gusta. Llegué al punto que prefería verla despacio para que no acabara pronto. Tengo pendiente la última temporada porque Netflix la retiró.

    1. ¡Sí! Yo también trato de verla despacio 🙂 Veo de a un episodio por día, de lunes a viernes, entonces en teoría cada temporada me debe durar dos semanas y media.

      Gracias por tu comentario, me alegra que te haya gustado la reseña.

      P.D. La última temporada la puedes ver en Prime Video.

  3. Gracias por este análisis que ayuda mucho a quienes no notamos a veces que está pasando tanto. Vi esta temporada hace 3 años y fue una completa decepción, pero le di una oportunidad nuevamente el año pasado y como mi filosofía es dar espacio entre una temporada y otra, apenas anoche terminé la tercera. Me preguntaba si has subido análisis así de la segunda y la tercera, porque me muero por leerlos.

    1. ¡Hola, Diego! Qué chévere que hayas repetido Mad Men y que te haya gustado mi análisis. Te cuento que con las otras temporadas no pude hacer los análisis porque se cruzó con el paro nacional y todo se me descuadró 😦 Perdón.

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